El año anómalo
Hola queridos amigos:
El día de año nuevo de 2019-2020 , a la hora en que empezaron a sonar las 12 campanadas, y comencé a engullir las tradicionales uvas, no pude pensar absolutamente en nada desde enero hasta agosto. Mi mente quedó en blanco, y me pregunto si fue una especie de premonición de lo que nos esperaba. El año de 2020 empezó como cualquier otro, aunque llegaban algunas noticias sobre una rara epidemia en China. Recuerdo que en febrero todavía estuve en dos ocasiones en la feria de Minería, entre ríos de gente, en el Centro Histórico. Nada nos preparaba para pensar que, a mediados de marzo, se nos requeriría encerrarnos en casa, en una cuarentena obligada porque el virus del Covid-19 ya había dado la vuelta al mundo y nos amenazaba de muerte.
Esta no es, ni será la última epidemia por la que pase la humanidad, ha habido muchas en las que el humano se ha visto forzado a encerrarse por la proliferación de un virus. Quizá esta característica sea una más compartida con la Edad Media, lo que nos convierte en la nueva versión de aquella época oscura, con la que compartimos tantas características.
Todos hemos tenido diversas experiencias, algunas parecidas, otra no. Pero definitivamente esta experiencia nos ha enfrentado con la mortalidad, con nuestra sombra, con los que nos rodean, con la ausencia de contacto humano.
Por lo tanto, les comparto unos poemas con los temas afines a la pandemia, que salieron recientemente publicados en el suplemento del Diario La Razón, por si se los perdieron:
Pandemia 2020
por Kyra Galván
1
¿Qué es el miedo sino el instinto
recorriendo lento un túnel sin fondo?
Azorada recorro la mansión
donde habita el miedo.
Mis manos buscan asidero,
mis ojos rastrean los destellos de luz
y la camelia inerme de mi pensamiento
es colibrí en pausa.
Mis pies tartamudean al dar el paso,
y mi conciencia trastabilla
como una brizna de abeja enloquecida
enfrentada a la mortalidad.
Ante la amenaza invisible
el hogar se cierra sobre mí
como una flor al anochecer
en un cuento de terror.
La serpiente es rayo y trueno a la vez,
camino sinuoso, zig-zag.
Mensajera de los dioses,
intermediaria de los muertos.
También es el falo fertilizador
y la flecha del tiempo.
Es semilla del huevo
que es principio de todo.
Pero en la catástrofe
el tiempo se paraliza
y vagamos consternados
dentro de la neblina que separa
el mundo del inframundo.
Nos refugiamos en el huevo,
nacemos por segunda vez,
aprendemos el zig-zag
y el olor del rayo nos impregna.
Los muertos nos bautizan
y somos serpientes
escondidas en la maleza nocturna.
Sueño
y al abrir los ojos olvido,
permanece una vaga sensación:
de enemigos
y de una terrible batalla
que se libra
en hospitales.
4
Mis pequeños placeres instantáneos:
El colibrí flotando frente a la buganvilia
la cerveza helada
el cursor latiendo sin parar
el viento torciendo las ramas
del acorazado de corteza.
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