Ser extranjero
Tengo una nueva amiga: Alice Jennings, poeta norteamericana, extraordinaria y amante de la poesía también. Alice tiene una beca de tiempo parcial en México y ha tenido problemas adaptándose a otro país. Le dije que yo también pasé por eso cuando viví en el extranjero y escribí un poema acerca de lo que es ser extranjero. Lo comparto porque hay muchas maneras de sentirse extranjero, no nada más estar en tierras lejanas. Para quien pueda interesarle.
EXTRANJERO
SER
EXTRANJERO es algo más
de
lo que Bertold Brecht decía
acerca
del no poder colgar un cuadro
o
plantar un arbusto y verlo crecer con nostalgia.
Es
algo que arde en el pecho,
es
la soledad que taladra el sentido del ser,
de
la unicidad y de la ubicuidad.
Ser
extranjero es sentirse siempre diferente,
a
veces, con grandes contrastes,
otras, con una slight
difference.
Es el deseo ardiente de pasar
inadvertido
e igualarse al color, la forma,
la masa.
Es vivir entre dos dimensiones
y mirar al mundo desde la
vertiente
de dos cuadros de ajedrez.
Es no poder ser ni el peón, ni el
rey.
Es el juego en el que no tomas
parte
(te quedas en la banca).
Es no poder decir, no poder
gritar.
Una acumulación de palabras en tu
idioma materno.
Una máscara en el escenario,
de actores de otra compañía.
La máscara de la rabia y la
impotencia.
Es buscar el círculo que se
cierra
porque no hay otros que se abran.
Es bailar siempre a otro compás,
olvidar la letra de la canción.
Es acostumbrar el cuerpo a otras
temperaturas,
los ojos a otros paisajes,
el corazón a otros ritmos y la
nariz,
a otros olores.
Es aplacar la nostalgia de un
sueño
que llamamos Patria,
que como todo en la vida se
convierte
algún día, en una fantasía más.
Ser extranjero es construir un
todo sobre una nada
y sostenerlo con hilos
inexistentes,
por el tiempo que dure, con sólo
tu soplo cansado.
Es querer encontrar las mismas
estrellas en otras latitudes.
Aprender otras canciones y
sentirte
piel roja o marciano
en donde los normales son ellos
los pelo amarillo
o los ojos rasgados.
Ser extranjero es darse cuenta
que todo es igual,
la oración en el templo budista,
metodista o católico.
La misma esperanza, las
flaquezas.
La xenofobia, el dolor de saber
que tú eres el extranjero,
el diferente, la amenaza, el agredido.
El que no se toma en serio, el
bicho bajo el microscopio.
Si alguna vez,
todos
fuéramos
extranjeros.
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