Poesía de Nora Buich desde Argentina

Afirmación de Sí, es el  afortunado título del primer libro de poemas de Nora Buich. 
A Nora y a mí nos une un poema mío: "Lección de historia", que se publicó alguna vez en el diario El Clarín  y la incitó a entrar a los terrenos de la poesía. Me envió su libro y lo leí con un gran placer. Ha nacido con pies firmes una gran poeta . 
Les comparto el prólogo que escribí para el libro y algunos de los poemas. 

Afirmación de sí



Leer el libro de Nora Buich (Argentina, 1967), Afirmación de sí, es “develar el secreto sabor de lo indecible”. Sus palabras pausadas, a veces agresivas, a veces tiernas, se me hicieron, literalmente, agua en la boca, degustando un manjar.
La autora me conoció a mí hace muchos años al leer un poema mío publicado en la sección cultural del Diario El Clarín, hecho que, de algún modo marcó un hito en su vida y  del que apenas me enteré recientemente. Gracias a la magia de las redes sociales, pude conocer a Nora y a su espléndida poesía.
Es pues,  un gusto enorme para mí, a pesar de la distancia física que nos separa,  de una punta a otra de la América latina, sancionar este libro intenso, sensual, vital, pero sobre todo, poético. Decir esto parecería a primera vista algo obvio. Pero no lo es si planteamos que la poesía de la autora ha nacido cuando debía y no antes ni después y contando con todo lo que en poesía, es esencial: ritmo, imagen, espíritu y fuego. Con la cualidad poética como capacidad universal para sorprenderse, dolerse y gritar este mundo en el que vivimos, para sortear las relaciones humanas, en especial las que se dan entre hombres y mujeres y cómo éstas nos afectan en el alma, en la vida diaria, en el amor.
Es este el primer libro de Nora que se vuelve público. Pero no así sus palabras, que empezaron a surgir de su interior  desde que ella era pequeña. Ella, que a veces sentía que escribir era un “vicio vergonzante”, porque como a muchas mujeres, a veces nos cuesta trabajo salir del capullo, romper el silencio y decir esta boca es mía.  Porque en sus poesías, como podemos ver página tras página, se va adivinando diáfano e intenso, el feminismo, como ese mundo propio de las mujeres, que comparten una conciencia de su lugar en el mundo, un mundo construido por los hombres y para los hombres.
La poesía de Afirmación de sí es una poesía militante, segura de sí misma, que ha ido creciendo con la vida, con la solidaridad con otras mujeres, con el compromiso social. Y por supuesto, también con el dolor, con el sacrificio que la vida nos cobra a las mujeres.  
Pero no por eso Nora le huye a la vida, al contrario, la enfrenta a pesar de la aprensión y el sobresalto, como en aquél poema “Miedo” donde nos cuenta que tuvo miedo, miedo de ser feliz y acostumbrarse.
Como lectora, se alimentó siempre de los grandes: de Cortázar, de García Márquez, de Gioconda Belli y de Alejandra Pizarnik. Pero hay en ella también, ecos de la poesía de importantes escritoras como Sylvia Plath, Anne Sexton o Dianne de Prima, que con su poesía rompieron cánones y se apropiaron de su vida.
No escatima la poeta, escribir sobre noches apasionadas en las que ha hecho el amor a quemarropa,  y sobre todo luego, su clítoris, seguramente satisfecho, ha descansado entre las sábanas.
Es pues, la poesía de Nora Buich una poesía dura, sin concesiones y original como toda buena poesía, que nace ya con una voz única que refleja a una mujer entera, que ha vivido, que ha gozado y que, sobre todo, no se arrepiente de nada, como ella misma lo confiesa en su poema: Curriculum vitae
Le deseo por lo tanto a la autora, un camino lleno de satisfacciones literarias, las que estoy segura, vendrán como racimos después del éxito que le auguro a “Afirmación de sí.”
Espero que los lectores disfruten la lectura de este libro tanto como lo hice yo.

Ciudad de México, septiembre 4 de 2016
Punto rojo

Él sostiene entre sus manos todo un ábaco de palabras.
Medidas, prolijas, calibradas.
Y ante sí, una mata de ojos y bocas las suspiran.
Despliega su infinito mantra como un lienzo en donde pintar sus desventuras.
Ellas beben los colores sin comprender todavía, pero aman.

Más en el vértice del salón, un punto rojo lo incomoda.
Una mujer ignota le manifiesta con su cuerpo un impostergable fastidio.
Las cuestiones castellanas de la culpa,
la pesada herencia del castigo, no le importan.
Prefiere
a sabiendas del escándalo
la desmesura.
Develar el secreto sabor de lo indecible.
Liberar el goce y compartirlo.
Habrá otras vidas para vivir y muchos quevedos de la risa.
Habrá decamerones y primaveras y bufones.
viudas de Bath y arciprestes de Hita.
Allá los que eligieron la hipocresía y la tortura…

Corre la silla esa mujer con dedos de pluma.
Ve el profesor que el fuego se aleja y se relaja:
puede seguir hipnotizando gacelitas.
Con su erudición vuelve a enfriar las aguas.
Mientras las niñas aprietan las piernas
toman apuntes, suspiran y se deleitan.
Por fin la clase toma su antiguo ritmo de solemne misa.
Ya se fue, humedeciendo las tizas, enloqueciendo los relojes y las brújulas.
dejando la humedad de su lengua como rastro.
Ya se fue, dejando el hambre de sus ojos como ofrenda
la endemoniada bruja.

La gota de sangre
En una gota de sangre está toda la sangre del mundo.
Voy a pintar solo esa espesa y roja gota de sangre
Nombrando a los que se han muerto
para que sigamos vivos.
En una gota de sudor está todo el sudor del mundo.
Voy a pintar una sola salada y dolorosa gota de sudor.
Pensando en los que construyen el mundo.
Para que podamos gozarlo de tanto en tanto.
En una lágrima está todo el dolor del mundo.
En un grito está toda la furia del mundo.
Voy a pintar el fuego de ese grito.
La furia de su odio en mil tonos de rojo.
Rojo, muy rojo, como la sangre.
Pero no voy a pintarlo en una tela,
Voy a pintarlo en las calles del mundo.
Ojos

Mis ojos
no pueden olvidar
tus ojos de anoche.

Ojos negros que me atravesaron
que me aplastaron contra tu cuerpo.

Anoche
no eran esos ojos de niño
Cupido juguetón y lascivo
rozando casi sin querer
sus pies regordetes en mi clítoris
como al pasar
como al venir.

Anoche tus ojos
negros ojos de la noche de un hombre
eran agujas
fogatas
machetes
puñales
lenguas
carne en tensión
corazón explotando dentro mío.

Anoche esos ojos
eran mis ojos para verte por dentro

Y yo era tu cuerpo
para soñar el mundo.

La oposición complementaria

Él me confesó una tarde
que amaba mis curvas empinadas
desde donde se arrojaba hasta mi boca.
Le dije entonces
que amaba sus líneas rectas
y sus ángulos de noventa grados
en donde podía atornillarme
hasta perder el sentido y recobrar la memoria.
 A quemarropa

He hecho el amor flagrantemente
casi diría, a quemarropa.

Afuera el mundo sigue su rutina.

Entre las sábanas
mi clítoris reposa.



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